viernes, 8 de noviembre de 2013

Quien espera...

    Aunque no he escrito nada, continuo haciendo esperas aunque sin frutos. A pesar de que los bichos entran cada noche, no hay manera. El aire está revuelto y llevo ya ocho esperas en dos semanas sin tocar pelo y únicamente en solo dos ocasiones lo he tenido cerca, aunque sin llegar poder verlo, cosas de la caza!!. Hoy voy a probar en un puesto que tengo preparado desde hace cosa de una semana, acude sobre las nueve y media, lo sé, porque le he dejado en un par de ocasiones el contador de pasos, no lo suelo utilizar, pero quise comprobar que no entrara de recogida, ya de madrugada. Voy a montar el treestand en el árbol, estoy más cómodo y tengo mejor visión, aunque si entra tendré que echarle la luz porque el tiradero queda a la sombra de los pinos y los matorrales. De frente tengo la salida del barranco, que es bastante profundo, a mi espalda queda un camino, a mi  izquierda, casi a la altura de mi puesto, una charca donde en su día ya he matado alguno más, aunque ahora está llena de juncos y no lo vería, a la derecha bosque cerrado. El monte está bastante espeso, así que espero escucharlo llegar o tal como está la cosa escucharlos por el barranco y al menos estar entretenido.
    Sobre las seis menos veinte ya estoy en el sitio, monto el treestand en el pino y vuelvo al coche para coger el rifle y el mono, no hace todavía mucho frío por las noches, pero con el mono me ahorro de ir con más capas que una cebolla. Nada más oscurecer, creo oír algo al fondo del barranco, no me extrañaría nada que estuviera encamado alguno por ahí. Pasa el rato y estoy metido en mis pensamientos cuando a la izquierda oigo romper monte, ya está aquí, bueno están porque viene más de uno. Llegan a unos veinte metros a mi derecha, justo por debajo de la charca, ahí sale el sobrante del agua y tienen una baña, en su momento lo estudié para ponerme, pero tengo que meterme muy encima, a sólo seis o siete metros, así que lo descarté. Escucho como se revuelcan incluso en el barro, de momento el aire lo noto fuerte en mi cara, perfecto. Uno comienza a subir y se mete en la charca a bañarse, ahora ya sí tengo claro que son dos, porque el ruido en el monte es de uno sólo. Entre la charca y yo, no hay más de ocho metros, empiezo a girarme muy, muy despacito, no quiero espantarlos, si me puedo girar y prepararme, quizás salga de la charca y pueda tirarlo. No me da tiempo, en un momento de la charca emerge un bulto negro, lo veo por el rabillo del ojo, no quiero mover ni una pestaña, casi no quiero respirar. Por un momento me da todo su costado, es bueno, y desaparece tras un matón. Tiene buen tamaño, aunque no sé si es macho o hembra. Ahora se reúne con el otro, cuando empiezan a bajar hacia la zona donde puedo tirar, cambia el aire, lo noto en la nuca, mierda!!!. Se paran, no soplan, ni gruñen, simplemente dejo de oírlos, aunque sé que ya han notado mi presencia. Como si de fantasmas se trataran, se desvanecen sin apenas hacer ruido en la oscuridad de la noche. Parece mentira que con lo sucio que está no los haya oído marcharse con lo cerca que estaban. De vez en cuando me llega el chasquido de alguna rama, siguen por la zona, quizás más tarde vuelvan a intentar entrar. Estoy ya cansado de los cambios de aire en esta zona, me está fastidiando cada noche que vengo, no se queda fijo ni al caer la noche, cambia sin ton ni son.
    Decido seguir y no quitarme, porque ha sido irse ellos y volver a quedarse el aire bien, parece mentira., en fin. Son cerca de las ocho y cuarto, que rabia, con lo rápido que podía haber ido todo. La noche va pasando sin más cambios, salvo algún leve ruido y las carrera de algún conejo en el camino. Sobre las nueve y cuarto, escucho como se quiebra una rama en el bosque, a mi derecha. Pasan unos minutos y nada, pero de repente lo escucho romper claramente en dirección a mí, éste si viene solo. El aire parece que viene bien, de su lado, rezo para que siga así. Está a unos quince metros, metido en la maleza, se para durante un rato, reinicia su paso, baja, ya está al nivel del tiradero, lo sé porque hay mucha hoja seca y lo escucho como anda por ella perfectamente. De repente parece que se va barranco abajo y dejo de oírlo, son momentos de angustia, que sólo al que le gusta esto, los entiende. Vuelve a subir y esta vez ya lo escucho comer tranquilamente. Levanto el rifle muy despacio, casi centímetro a centímetro, no quiero que se vaya. Miro por el visor pero como me temía por lo oscuro que está, no distingo ni siquiera un bulto, nada, todo está negro como la boca del lobo. Tendré que arriesgarme con la luz, doy un toque y suelto, no le alumbro directamente a él, por encima, deja de comer pero continúa al momento, buena señal. Meto la cara en el visor, esta vez si le voy a alumbrar, enciendo, está completamente de frente con la cabeza un poco a la derecha, levanta la cara hacia la luz y disparo, retumba el sonido en todo el barranco, luego silencio, sin quitar la cara del visor vuelvo a dar la luz, allí lo tengo, no ha dado ni un paso, por fin, ya era hora.Desmonto con cuidado el treestand y bajo a verlo, es bastante grande y aunque no tiene una boca exagerada, ya tengo para otra tablilla. 
Tiro de él, joder lo que pesa, está redondo como una pelota, lo arrastro hasta el principio del talud que se eleva hasta el camino, pero no voy a poder yo sólo, necesito ayuda. Llamo a Iñaki, mientras viene aprovecho para guardar las cosas. No tengo que esperar mucho a mi compañero, entre los dos la cosa cambia y aunque hacemos algún alto hasta llevarlo junto al camino, no tardamos en tenerlo ya en el coche. Quedo con él a las once en su casa porque  primero tiene que ir a recoger a sus hijas al pueblo y cenar
    Ahora queda arreglarlo y apañar la carne. Cuando me doy cuenta y me estoy acostando son cerca de las dos menos veinte y mañana toca levantarse temprano, que es jueves y voy con mi hermano al coto, que vicio....

    

    

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