sábado, 30 de noviembre de 2013

La cantera

    Ayer estuve de espera y a pesar de tenerlos en el visor hasta en tres ocasiones no pude apretar el gatillo, cuando les echaba la luz no la aguantaban y tirar al bulto no lo he hecho nunca, mejor asegurar otro día.

Primero a las seis y media me entro una hembra con primalones, sobre las ocho menos veinte un grupo de tres o cuatro primales más grandes y a las once y media entraron dos, uno pequeño, supongo que el escudero y el grande que esperaba, se me metió debajo del puesto que tenía en el árbol, le metí la luz y le ví la nuca pero al ir a pegar el tiro, se movió, lo intenté seguir con la luz pero me reboto con la maleza y no veía nada por el visor, total que me quité a las doce y cuarto, con mucho frío pero entretenido.
     Hoy he decidido no repetir sitio y dejarlos tranquilos. Así que me encamino al puesto de la charca con los trastos, pero el aire va fatal, se ha puesto muy fuerte y revoca constantemente, cambio de planes. Me marcho al camino que va hacia la cantera, aquí les tengo preparados dos puestos, uno el margen del camino de subida y otro en una curva, en la zona alta. En el último ya he matado un par de ellos, el otro me puse un día pero no aparecieron. Como el aire no me gusta mucho, decido quedarme en el primero, sentado en mi silla, que no va bien la cosa me quito y tengo el coche al lado. Me pongo el mono, preparo el rifle y me dispongo a esperar. Cae la noche y empieza a lloviznar, el aire entra frío, lo noto bien en la cara, va hacia la carretera casi todo el tiempo, así debe seguir, aunque de vez en cuando cambia. Creo que vienen de mi derecha, del bosque más espeso, aunque el otro día cuando llovió, vi como habían ido por el camino entre un puesto y otro, metiéndose por una pequeña mancha de pinos que hay a mi izquierda, a ver que pasa. De vez en cuando aprieta la lluvia, es fina y con lo fría que está parece que se me claven alfileres en la cara. Llevo más capas que una cebolla, en el cuerpo no tengo frío pero los pies, se me quedan tiesos, me tengo que mirar algo de calzado bueno.
    Miro por el visor, veo perfectamente la zona de tiro, la claridad del suelo del camino me ayuda, ahora solo faltan ellos. Sobre las seis y media escucho algo de ruido en el bosque de la izquierda, pero no le presto mucha atención, hacía un momento había cruzado el zorro el camino en esa dirección y también por ahí se mueve una familia de tejones que he visto alguna vez. Al momento escucho el inconfundible gruñido, vaya son ellos, me habrán cogido el aire??. Un momento de silencio y ahora ya los escucho más cerca, parece que no me han detectado, me empiezo a encarar con cuidado el rifle, me parece entrever en el margen del camino una sombra negra, son ellos. Salta primero uno al camino, luego otro y luego un tercero, empiezan a comer despreocupados. Los meto en el visor, los veo claramente, hay unos treinta metros, los examino y elijo el que me parece más grande aunque son bastante parejos, aprieto suavemente el gatillo y retumba el disparo, lo veo dar una voltereta en el camino y rueda unos metros por la pendiente, está muerto.
No me espero mucho, recojo la vaina, desmonto la silla y me acerco a verlo. Es una hembra joven pero de buen tamaño, el tiro en la paletilla. La arrastro camino abajo, donde la aparto un poco y voy en busca del coche. La cargo apoyándola en la bola del remolque y termino de recoger mis cosas. Aviso a Iñaki y voy a su casa para apañar la carne. Hoy por lo menos todo ha sido rápido. A las nueve y media ya estoy en casa, mejor porque mañana toca madrugar para ir al coto.

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