Esta tarde voy decidido a ponerme en el
sitio donde el otro día no me aguantaron la luz, llevo la nueva linterna de
láser, quizás con esta no se espanten, con suerte claro, tampoco creo que esto
sea nada milagroso y aquí están bastante moscas.
Al mediodía ya he dejado
montada la silla, así no me entretengo. En cuanto he llegado he centrado el haz
de la linterna con el visor, para ver justamente el sitio y no alumbrar de más.
La verdad que es bastante más disimulado que la luz de la linterna normal, pero
no termina de convencerme, ya veremos. las seis ya estaba oscureciendo y escuchaba la gente de las máquinas que están trabajando en el cementerio que queda a mi espalda. A los cinco minutos, me ha parecido sentir ruido en el monte y casi sin darme tiempo de aburrirme ya los tenía allí. He levantado el rifle antes de que entraran y he apuntado, todavía veo para tirar sin luz. De repente veo dos bultos entrar, apunto y dan un respingo, pero no se marchan, vuelven y entra el grande primero, apunto a la cabeza y disparo. Miro por el visor, mientras escucho como el otro chico rompe monte, huyendo a la carrera, veo el bulto negro inmóvil, ha caído. Bajo con cuidado, me acerco y lo aparto del comedero, lo arrastro hasta la base de un árbol y me vuelvo a subir. Quiero probar por si entran más como el otro día, sobre todo por si aparece el grande.
Van pasando las horas y no vuelvo a
escuchar nada, así que finalmente sobre las diez me bajo y desmonto la silla,
me la pongo en la espalda, el rifle en el hombro y empiezo a tirar del guarro
hacia la carretera. A pesar de no estar excesivamente lejos, el camino se hace
pesado, entre las ramas y tirar del bicho solo, pues la verdad que no es tarea
fácil. Finalmente llego al coche y lo cargo en el maletero. Llamo a Iñaki y me
voy para su casa, todavía me queda faena y encima hoy no me puede ni ayudar
porque se va de vacaciones y está preparando, en fin, es lo que hay.



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