sábado, 30 de noviembre de 2013

La cantera

    Ayer estuve de espera y a pesar de tenerlos en el visor hasta en tres ocasiones no pude apretar el gatillo, cuando les echaba la luz no la aguantaban y tirar al bulto no lo he hecho nunca, mejor asegurar otro día.

Primero a las seis y media me entro una hembra con primalones, sobre las ocho menos veinte un grupo de tres o cuatro primales más grandes y a las once y media entraron dos, uno pequeño, supongo que el escudero y el grande que esperaba, se me metió debajo del puesto que tenía en el árbol, le metí la luz y le ví la nuca pero al ir a pegar el tiro, se movió, lo intenté seguir con la luz pero me reboto con la maleza y no veía nada por el visor, total que me quité a las doce y cuarto, con mucho frío pero entretenido.
     Hoy he decidido no repetir sitio y dejarlos tranquilos. Así que me encamino al puesto de la charca con los trastos, pero el aire va fatal, se ha puesto muy fuerte y revoca constantemente, cambio de planes. Me marcho al camino que va hacia la cantera, aquí les tengo preparados dos puestos, uno el margen del camino de subida y otro en una curva, en la zona alta. En el último ya he matado un par de ellos, el otro me puse un día pero no aparecieron. Como el aire no me gusta mucho, decido quedarme en el primero, sentado en mi silla, que no va bien la cosa me quito y tengo el coche al lado. Me pongo el mono, preparo el rifle y me dispongo a esperar. Cae la noche y empieza a lloviznar, el aire entra frío, lo noto bien en la cara, va hacia la carretera casi todo el tiempo, así debe seguir, aunque de vez en cuando cambia. Creo que vienen de mi derecha, del bosque más espeso, aunque el otro día cuando llovió, vi como habían ido por el camino entre un puesto y otro, metiéndose por una pequeña mancha de pinos que hay a mi izquierda, a ver que pasa. De vez en cuando aprieta la lluvia, es fina y con lo fría que está parece que se me claven alfileres en la cara. Llevo más capas que una cebolla, en el cuerpo no tengo frío pero los pies, se me quedan tiesos, me tengo que mirar algo de calzado bueno.
    Miro por el visor, veo perfectamente la zona de tiro, la claridad del suelo del camino me ayuda, ahora solo faltan ellos. Sobre las seis y media escucho algo de ruido en el bosque de la izquierda, pero no le presto mucha atención, hacía un momento había cruzado el zorro el camino en esa dirección y también por ahí se mueve una familia de tejones que he visto alguna vez. Al momento escucho el inconfundible gruñido, vaya son ellos, me habrán cogido el aire??. Un momento de silencio y ahora ya los escucho más cerca, parece que no me han detectado, me empiezo a encarar con cuidado el rifle, me parece entrever en el margen del camino una sombra negra, son ellos. Salta primero uno al camino, luego otro y luego un tercero, empiezan a comer despreocupados. Los meto en el visor, los veo claramente, hay unos treinta metros, los examino y elijo el que me parece más grande aunque son bastante parejos, aprieto suavemente el gatillo y retumba el disparo, lo veo dar una voltereta en el camino y rueda unos metros por la pendiente, está muerto.
No me espero mucho, recojo la vaina, desmonto la silla y me acerco a verlo. Es una hembra joven pero de buen tamaño, el tiro en la paletilla. La arrastro camino abajo, donde la aparto un poco y voy en busca del coche. La cargo apoyándola en la bola del remolque y termino de recoger mis cosas. Aviso a Iñaki y voy a su casa para apañar la carne. Hoy por lo menos todo ha sido rápido. A las nueve y media ya estoy en casa, mejor porque mañana toca madrugar para ir al coto.

Jueves 21 noviembre

Hoy parece que el tiempo no va a acompañar, dan frío y lo peor de todo mucho aire, menuda combinación. Nosotros como siempre no hacemos mucho caso y nos aventuramos a ir. Tomando café, hemos quedado en vernos a la hora de la comida con uno de los chavales que cazan los jueves, hoy viene solo, le ha fallado el compañero.
    Bajarnos del coche y ver que quizás nos teníamos que haber quedado en casa, ha sido instantáneo. Hace un aire insoportable, casi no se puede andar y lo peor de todo es que multiplica la sensación de frío, para rematar está el día nublado, ni un rayo de sol. No nos hemos quitado los guantes, el gorro y la braga en todo el día, y eso que andando lo que andamos, normalmente nos sobra ropa. Hemos ido a la zona de la cantera, buscando el bando de perdices del otro día. Casi de vuelta al coche y sin ver prácticamente nada, se ve que a los animales no les gusta tampoco este tiempo, hemos visto el bando. Han dado una primera volada en dirección al sucio de los conejos, se han quedado justo en el campo de antes, en la zona alta. Mi hermano se ha ido por su izquierda, yo por la derecha. Las iba viendo apeonar hasta que finalmente se han vuelto a levantar, una hacia mi hermano y las otras rectas. Al llegar al filo donde empieza el sucio he ido con cuidado por si se levantaban, pero nada. Mi hermano ha llegado y tampoco las había visto. Le he dado otro repaso al alto, por si se hubiera quedado la que iba sola, pero sin resultado. Hemos hecho el sucio y lo mismo. Así que hemos vuelto hacia la izquierda en dirección a la cantera. Mi hermano por debajo  no ha tardado en dar con ellas, lo he visto que apuntaba al entrar en un margen y es que con el aire se ha metido encima de ellas y no se han dado cuenta, ha visto una apeonando y se ha esperado a que se levantara, le ha soltado dos tiros y nada, entonces se han levantado justo delante de él, cuatro o cinco más, ha tirado el tercero y tampoco se ha quedado con ninguna, está negro, bueno cosas que pasan, a veces se fallan las fáciles y otras se cobran las difíciles. Me ha llamado para que crucemos la carretera ya que ha visto hacia donde iban. Al otro lado hay un campo de almendros, bueno había, porque los han arrancado y están todos en el suelo. Me he ido hacia la derecha y él cogiendo el margen de arriba. De repente lo escucho tirar y veo el pelotazo de la perdiz, hacia atrás, entre los dos, vuela otra, está lejos, pero disparo unos dos metros por delante de ella, por si acaso suena la flauta, cosa que no pasa como es normal. Hemos intentado levantar las otras, y salvo mi hermano que las ha visto volar un par de veces, yo no las he vuelto a ver. Eso sí, nos hemos reventado de andar por los campos, y encima estaban bonitos después de las últimas lluvias. A la vuelta hacia el coche, las he vuelto a levantar entre unos almendros, les he soltado un tiro por tirar y ya no hemos vuelto a saber de ellas. En esos mismos almendros, mi hermano ha cobrado el primer conejo del día, parece que hoy todo le sale a él.
    Hemos cambiado de zona, hacía las viñas, pero la cosa no ha cambiado mucho, más bien nada. Únicamente en la parte de los bancales sucios me he quedado con un conejo y de las perdices ni rastro. Le he dicho a mi hermano de hacer un trozo que hay pegado al pueblo, pero al llegar había gente recogiendo las olivas, así que hemos decidido de llamar al otro para comer juntos. Tal como estaba el tiempo, hemos dado cuenta del bocadillo dentro del coche porque fuera no hay quien aguante de pie.
    Hemos decidido dar una vuelta los tres juntos, por encima de la gasolinera, nos ha dicho que andaban por allí algunas perdices. Nada más bajarnos del coche, hemos visto que había un montón de torcaces en unos olivos, parece que algún tiro les pegaremos, porque tenemos que pasar por allí. Así ha sido, nada más entrar se han empezado a levantar, primero he tirado a un grupo de tres o cuatro, no me parecía que fueran muy largas, pero no sé si será por el aire tan fuerte que hace, ni se han movido. Al momento me ha entrado otra, de lado, esta si se ha ido al suelo. Luego he tirado otra que se ha ido muy tocada pero no la he visto caer. Mi hermano también ha tirado, no sé que habrá hecho. He visto descolgarse una perdiz de donde venían ellos pero muy lejos. Según íbamos rodeando el cerro, otras tres o cuatro han volado hacia los llanos de abajo, cualquiera las va a buscar ahí. Casi al final de la vuelta, se ha levantado otro bando grande de torcaces y he bajado otra, bueno a falta de pan, además hacen una sopa riquísima. Hemos llegado al coche y vamos a ir a la granja, a cambiar de sitio y ahora que el sol quiere aparecer, a ver si somos capaces de hacer algún conejo más, antes de terminar.
    Se ha venido el otro con nosotros, así que empezamos a dar la vuelta de siempre. Me asomo en mi sitio, junto a la alambrada y nada. Bajo con la Jara y se queda de muestra en el primer filo, salta el conejo por abajo, pero lo veo bien, así que a la mochila. Seguimos dando la vuelta, y en los bancales la Jara se ha marcado otra muestra, el conejo ha salido como un rayo, pero por suerte está limpio y lo he dejado frito con el primero. Llegando a la linde con la autovía veo el bando de perdices de siempre, y hoy, como no, cogen en dirección al maíz. A ver si lo cosechan ya y les podemos meter mano, sino es imposible. Más adelante he visto tirar al otro chaval, supongo que un conejo. Hemos llegado al coche, el otro y yo con dos conejos cada uno y mi hermano sin nada, pero es que tampoco ha podido tirar, en fin, mal día. En total han sido entre los dos cuatro conejos, una perdiz y tres torcaces, demasiado para el día de perros que ha hecho. 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Jueves 14 Noviembre

    Ya estamos de vuelta, hoy dan buen tiempo, soleado pero más fresco, ya está bien de tanta calor.Salimos de tomar el café y decidimos ir donde acabamos la semana pasada, donde se nos metieron las perdices en el otro coto. Preparamos las cosas y en marcha. En las primeras chaparras mi hermano descuelga una torcaz, yo veo un conejo pero bastante retirado. Me asomo con cuidado casi al final de cerro y veo subir un conejo a las bocas, detrás viene otro y le sacudo, se queda con medio cuerpo dentro y medio fuera, pero está frito. Aparece mi hermano en la punta, lo veo apuntando, es una perdiz apeonando, al momento se levanta otra y la tira, no la toca, demasiado lejos. Termino de hacer los matones que hay hasta llegar al camino y cuando menos me lo esperaba saltan tres perdices, tiro una que planea hasta el final de los olivos, corro y los perros conmigo, la veo a mi izquierda y la Cata también la ve, la cobra sin problemas y como es normal se la lleva a mi hermano. Pues no empezamos mal. Vamos buscando el resto de perdices pero no damos con ellas y eso que hasta las escucho llamarse, se las ha tragado la tierra. Voy viendo algún conejo pero retirado. Le digo a mi hermano de ir hasta el sucio de los conejos junto a la carretera y volver hacia el coche, con el sol en la espalda, a pesar de no estar muy de acuerdo, nos encaminamos hacia allí. Por el camino vemos otros dos cazadores que parecen ir en la misma dirección, así que apretamos el paso. Cuando estoy casi en la parte de arriba del sucio, se levanta un bandito de perdices, les suelto un tiro sin mucha esperanza, demasiado retiradas. Me meto en el sucio, pendiente de la Jara pero no veo nada. Mi hermano aparece un poco por encima mio. Cuando estamos apunto de salir del sucio, mi hermano me avisa de las perdices, dos, han volado hacia atrás, me bajo más. No sé donde estoy mirando, pero cuando me doy cuenta, otra, que no se muy bien de donde ha salido, coge la misma dirección. Empezamos a retroceder, mi hermano por el sucio y yo por unos olivos. Cuando estoy apunto de salir, veo una apeonando por el barbecho en dirección a unos olivos recién plantados. más retrasada veo otra, intento cortarla, pero al saltar de bancal la pierdo, no la veo. Creo que no ha volado pero el campo está pelado como la palma de la mano, me voy acercando con cuidado con la Jara a mis pies, de repente se levanta de los terrones y no es una sino dos, echan a volar, con el primero cae una seca, la segunda le suelto los otros dos y la cobra la Jara dando botes, increíble.
Sigo con mi hermano en paralelo a ver si vemos la que falta, pero se levanta lejos y pone tierra de por medio. Mi hermano decide de ir por la izquierda de la carretera y yo por la derecha, él buscando las perdices y yo algún conejo en los cerros. Lo escucho tirar tres veces, yo no veo ni pata, ni de cerca ni de lejos, esto está desierto. Llegando al coche me encuentro con una mujer que lleva una furgoneta cargada de perros, me dice que está buscando uno que se le perdió hace siete meses, me parece que está un poco loca, bueno me despido de ella y cuando llego al coche, ya está mi hermano allí. Dice que las ha ido viendo pero que no ha tenido suerte y no ha tirado ninguna en condiciones, en fin. Le digo de volver esta tarde que seguro que se juntan y las puede levantar en algún sitio, además aquí se ve algún conejo, así que también es buen sitio para mí.
    Nos vamos con intención de aparcar junto a la carretera y hacer el sucio de los conejos antes de comer, además que allí vimos las perdices la otra semana. En vez de ir al sucio directamente, vamos haciendo las caras que lindan con el otro coto, pero lo que es la caza, hoy ni vemos perdices ni conejos. Justo antes de entrar en el sucio, cambio los cartuchos y pongo dispersante, meto a la Jara por el bancal de debajo mío, mi hermano y la Cata están todavía más abajo. Voy entrando, veo uno que sube , lo espero y cuando aparece me quedo con él, pensaba que era un tiro un poco largo para el dispersante, pero se ha quedado frito. En el final, hago que la Jara baje y vuelvo sobre mis pasos, veo un conejo saltar al siguiente bancal, aviso a mi hermano, le digo a la Jara que baje más, pero vuelve a subir, la mando otra vez y esta vez se mete en el sitio correcto, veo el conejo saltar, lo espero y cuando cruza a mi altura le sacudo, a la mochila, buena jugada. Llegamos al coche y comemos, es pronto, las doce y poco, vamos bien de tiempo. Vamos a ir a la granja, a dar una mano, con suerte estará aquello tranquilo y podemos hacer algo más, lo malo es que se ha levantado un aire bastante molesto.
    Aparcamos, hay tres coches pero no parecen de cazadores. Hago mi asomada de siempre y hoy si cobro un conejo, con el primero lo he tocado de atrás y para segurar le he soltado el segundo. En el primer cerro no sacamos nada. Cruzamos y meto a la Jara en el pico, entre los matojos la veo de muestra, me preparo y el conejo salta, le suelto el primero y nada, cuando cruzaba ya el segundo bancal me quedo con él. Me junto con mi hermano, cruzamos el camino. Meto a la Jara por el bancal de abajo, lindando con lo arado, voy andando y no la veo subir, me pego al filo y empiezo a retroceder, me la encuentro de muestra en un matón, aguanta un poco más y entra, salta el conejo primero abajo, no lo veo, luego sube y le tiro entre los olivos, creo que lo he tocado con el primero, pero ni rastro, al entrar en el sucio son todo agujeros. Vuelvo al meter a la Jara abajo, va también la Cata, sacan otro, lo tiro y se me va, me cago en todo, será posible. Me junto con mi hermano, hacemos otro cerro y nada. Entramos en otros bancales, ya está la Jara de muestra, aviso a mi hermano, pero sale el conejo y lo veo claro, lo paro con el primero. Le digo de hacer bien ese trozo, bajo al siguiente y casi sin darme tiempo, la perra otra vez, nos preparamos, sale, le suelto el primero, pero a pesar de tocarlo no se queda, lo tira mi hermano arriba pero se le va. Cruzamos a la otra banda y ya está liada, la Jara clavada, la Cata detrás. Corre el conejo y cuando cruza la acequia de cemento le pego, da un salto de un metro y la Cata casi lo coge en el aire, pero se marcha corriendo y consigue llegar a las bocas, no me lo puedo creer. Estoy cagándome en todo cuando veo la Jara de muestra, sale por el otro lado del matón el conejo, va cojo, seguro que es el de antes, no me lo pienso mucho y lo frío. Continuamos hasta el final, donde me sale una perdiz a huevo, será posible, seguro que si no llevara el cupo ni las veía, se lo digo a mi hermano y cruzamos a buscarla. Entra él por la izquierda y yo por la derecha, se me levantan otras tres perdices buenísimas, tira mi hermano, pero no a ellas, sino un conejo, que veo meterse en la mochila. Seguimos haciendo esa cara, y de repente la Cata está de muestra, me avisa mi hermano. Parece que tiene la cabeza en una madriguera, me acerco y veo que es un agujero corto, con entrada y salida, le digo a mi hermano que está atento, dejo la escopeta, me agacho y meto la mano, nada, miro y al trasluz veo el conejo, cuando voy a decírselo, sale corriendo al campo de arriba y se lo queda mi hermano, lo cobra la Jara, buen trabajo de la Cata. Seguimos haciendo la cara del cerro en dirección al coche, tenemos intención de volver a donde esta mañana, como habíamos pensado. Aquí la hierba está seca pero muy alta y es difícil verlos si se levantan. Vamos en paralelo, la Jara se queda de muestra, mi hermano se para arriba y yo me arrimo con cuidado, salta el conejo a la izquierda, tiro entre la hierba, cuando me doy cuenta el conejo pasa hacia la derecha por debajo de mi hermano, lo veo un momento y le tiro, al momento grita la Cata y sale de la hierba, mierda!!!!!, la he plomeado. Baja en dirección a mí, no me lo puedo creer, la veo andar como raro, no sé si le he pegado mucho, mi hermano no dice ni mú, me agacho y veo que sangra de la mano derecha, otro plomo en la misma pata un poco más arriba y le veo otro en la otra, luego le hemos visto otro en el sobaco, por la mano sangra bastante, mierda, mierda!!!!!. Le miro la cara, los ojos, la barriga, no parece tener nada más, me preocupa el del sobaco, pero no sangra por la boca, ni parece estar muy mal. Mi hermano la coge y la baja al camino, yo recojo el conejo y me marcho rápidamente a por el coche. La cargamos y vamos al veterinario del pueblo pero hasta las cinco no abre, así que decidimos de irnos y así mi hermano la lleva al de al lado de su casa, he jodido la tarde, será posible. Y no será porque no llevamos cuidado, pero lo que menos imaginaba es que iba a estar la perra entre la hierba en linea con el conejo, ya es mala suerte.
    Bueno parece que todo quedará en un susto, evoluciona bien y aunque cojea un poco, espero que el jueves se venga con nosotros, ya me siento bastante culpable. Y mira que íbamos bien con la cacería y hacía una tarde cojonuda, en fin, menudo susto. Como es normal hoy no hay foto. La percha ha sido de once conejos, tres perdices y una torcaz.

Jueves 7 Noviembre

    Hoy venimos con ganas de encontrar perdices, los conejos por suerte los vamos haciendo sobre la marcha, esperemos que nunca falten. Salimos cazando desde la granja, buscando el bando del otro día. Para empezar tiro un conejo y se mete con las patas rotas debajo de un montón de leña, a pesar de que las perras no paran de dar vueltas, nos vamos sin poder recuperarlo. No se ve mucha cosa, está claro que los bichos se mueven más a media mañana que a primera hora, por lo menos ahora que ya va haciendo un poco de fresco. Al saltar el primer cerro, se levanta como siempre del barbecho el bando de perdices, así que decidimos ir tras ellas y probar suerte. Los campos están muy pelados, así que será difícil que alguna se aguante. Al encaminarme por la derecha y mi hermano por la izquierda, la Jara ha ido haciendo un margen, un conejo no se ha aguantado y ha saltado un poco largo y encima con el sol de cara, aún así he probado pero si lo he tocado no lo he visto puesto que ha entrado como una flecha en un agujero. Tras volar las perdices varias veces e ir rompiendo el bando, hemos terminado por volver a buscar un par de ellas que han volado hacia atrás en dirección al cerro. Le he dicho a mi hermano que me iba hacia la izquierda, buscando rodear un campo de maíz, por si levantaba alguna más de las que se esconden allí. De camino, he tirado otro conejo de esos largos, tocado pero no hundido, hoy no es el día del conejo por lo que se ve. Al rodear el maíz, la Jara se ha metido dentro, mejor he pensado, y al momento ha salido disparada una perdiz, pero muy larga, después otra, esta si la he tirado, ha echo un extraño, pero los bancales de por delante, no me han dejado ver donde iba. He cogido dirección al cerro, donde ya me esperaba mi hermano, él no ha visto nada. Así que decidimos volver por donde entramos esta mañana en dirección al coche. Nada más separarnos lo oigo tirar y llamar a la Cata, voy corriendo, es una perdiz alicortada, mal asunto, tocan el suelo y desaparecen. Los perros han empezado a ir de aquí para allí y finalmente la Cata la ha cobrado en un matón, menos mal. Nada más hasta llegar al coche, vamos a cambiar de sitio.
    Aparcamos por encima de las viñas, vamos a intentar encontrar las que levanté yo el viernes pasado, pero entrando desde el otro lado. Llegamos al primer tramo donde puede haber algún conejillo pero nada, en el segundo tramo, en el de los bancales, le mato uno a las perras, esto está sucio de pelotas pero si le buscas el sitio siempre se ve cruzar alguno. otra cosa es darle. Un poco más adelante, la Jara se queda de muestra, el matojo es muy pequeño y está seco, no veo nada, quizás sea una falsa muestra, me acerco un poco mientras mi hermano está preparado, salta el conejo a lo limpio y allí me quedo con él sin muchas complicaciones, como disfruto con la Jara. Vamos haciendo la cara que hace linde con el otro coto pero nada. Al llegar al alto de un cerro, quedamos en entrar uno por cada lado, otra vez nada más separarnos tira mi hermano, y otra vez a las perdices y se vuelve a quedar con otra. Dice que iban unas pocas más, así que vamos haciendo todos los márgenes con cuidado. En la parte sucia del cerro tiro otro conejo, a la mochila. Vamos bajando hacia una balsa que hay muy grande, casi lindando con la carretera, cuando menos me lo espero sale el bando, pruebo y cae una. un tiro de casualidad, la cobra la Jara mientras que la perdiz no para de dar botes, un plomo en la cabeza casi seguro, la suerte también cuenta.
    Cruzamos la carretera y en los primeros olivos las vemos apeonar, les entramos, pero no se aguantan. Aún las vemos en los campos arados un par de veces más pero las terminamos perdiendo. Le digo a mi hermano de subir a un alto que queda a nuestra derecha, allí he visto irse una suelta. Nos vamos uno por cada lado y cuando estamos a punto de reunirnos, se levanta la tía del pie de un olivo, pero ni uno ni otro la podemos tirar. Mi hermano se queda haciendo el margen del cerro y yo vuelvo a la parte baja. Me abro un poco a la izquierda antes de entrar en un olivar que tengo en frente. Llego a un ribazo y me asomo con cuidado, porque en esta dirección volaron la última vez que las vimos, no sale nada, ando un poco a mi izquierda y se levanta como un rayo, pero me la quedo con el primero, buen lance. De mi izquierda la Jara saca un conejo, me cruza por delante, le suelto los tres por el llano mientras lo cruza como una bala en dirección a los olivos, lo veo por una calle del olivar como va aflojando el paso, es evidente que va tocado. Observo como mi hermano se encara la escopeta y suelta dos taponazos, al momento escucho chillar el conejo cuando lo coge la Cata, estoy seguro que es el mismo y luego le haré cachondeo con lo de tirar mis conejos heridos, aunque por su cara ya sabía que iba tocado, por lo menos no se ha ido ni se ha muerto por ahí. Nos cruzamos con los que tomamos café por la mañana, los saludamos, no llevan nada. Decidimos volver hacia el coche, nos queda un buen trozo, con la tontería de las perdices nos hemos alejado bastante. Mi hermano quiere entrar por la parte baja, en dirección a las viñas, mala idea porque el calor es insoportable y allí sólo hay llanos, por lo menos en el camino tiro una torcaz despistada. En las viñas mi hermano ve apeonar tres o cuatro pero sin poder hacer nada por entrarles. Comemos allí mismo y planeamos ir a la zona de la cantera.
    Aparcamos y empezamos a caminar, hace mucha calor. Veo un par de conejos en las primeras chaparras, pero fuera de tiro. Luego tiro otro llegando a la boca, pero a pesar de acusar los plomos se mete dentro. Vamos en dirección a la linde, pero me desvío a mi izquierda, haciendo un talud que está lleno de agujeros, veo varios conejos que no me dan opción y se meten en las bocas, casi al final tiro uno pero más bien por el cabreo que por darle.Saltamos al cerrete de enfrente y levantamos las perdices, cuatro. Vamos tras ellas, pero una a una van saltando al otro coto sin poder tirarlas. Aunque de camino mi hermano se ha pelado un conejo, algo es algo. Cuando volvemos hacia el coche, vamos haciendo los ribazos y los sucios buscando los conejos. En uno de ellos la Jara se ha marcado una buena muestra y para corresponderle le he matado el conejo jejeje. Me he encontrado con mi hermano en unos olivos sucios que hay en la punta del cerro, allí se ha hecho con otro conejo más, está el tío que se sale. Dejamos los olivos y a unos quince metros la Jara cae de muestra, le digo a mi hermano que se prepare. Como la perra parece que entra en trance, le ha dado por acercarse a un pagés que estaba con el tractor arando el campo, casi cuando llegaba a nuestra altura ha saltado el conejo y me he quedado con él, el tío del tractor me ha hecho que muy bien con el dedo, que bueno. Me he ido haciendo la parte baja otra vez del cerro, mi hermano por arriba. De repente se han levantado dos perdices de una esquina, les tiro y veo como le parto la punta del ala a una, planea y llega casi hasta la carretera, salgo corriendo hacia ella, pero la Jara no me sigue, me giro llamándola y la veo aparecer, pasa algún coche y me tengo  que esperar, no puedo perderla, me cago en todo!!!. Hago el filo sucio de la carretera arriba y abajo, finalmente se levanta, vamos corriendo, porque no puede volar, sale como un atleta de los cien metros, no me arriesgo y le suelto un pepinazo, antes de que venga un coche o la pierda de vista, no está la cosa para tonterías. Aún de vuelta tiro un par de conejos de esos largos pero no me cuelgo ninguno.
    Finalmente llegamos al coche y aunque son las cuatro damos por concluida la jornada, diez conejos, cinco perdices y una torcaz forman la percha de hoy, nada mal.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Quien espera...

    Aunque no he escrito nada, continuo haciendo esperas aunque sin frutos. A pesar de que los bichos entran cada noche, no hay manera. El aire está revuelto y llevo ya ocho esperas en dos semanas sin tocar pelo y únicamente en solo dos ocasiones lo he tenido cerca, aunque sin llegar poder verlo, cosas de la caza!!. Hoy voy a probar en un puesto que tengo preparado desde hace cosa de una semana, acude sobre las nueve y media, lo sé, porque le he dejado en un par de ocasiones el contador de pasos, no lo suelo utilizar, pero quise comprobar que no entrara de recogida, ya de madrugada. Voy a montar el treestand en el árbol, estoy más cómodo y tengo mejor visión, aunque si entra tendré que echarle la luz porque el tiradero queda a la sombra de los pinos y los matorrales. De frente tengo la salida del barranco, que es bastante profundo, a mi espalda queda un camino, a mi  izquierda, casi a la altura de mi puesto, una charca donde en su día ya he matado alguno más, aunque ahora está llena de juncos y no lo vería, a la derecha bosque cerrado. El monte está bastante espeso, así que espero escucharlo llegar o tal como está la cosa escucharlos por el barranco y al menos estar entretenido.
    Sobre las seis menos veinte ya estoy en el sitio, monto el treestand en el pino y vuelvo al coche para coger el rifle y el mono, no hace todavía mucho frío por las noches, pero con el mono me ahorro de ir con más capas que una cebolla. Nada más oscurecer, creo oír algo al fondo del barranco, no me extrañaría nada que estuviera encamado alguno por ahí. Pasa el rato y estoy metido en mis pensamientos cuando a la izquierda oigo romper monte, ya está aquí, bueno están porque viene más de uno. Llegan a unos veinte metros a mi derecha, justo por debajo de la charca, ahí sale el sobrante del agua y tienen una baña, en su momento lo estudié para ponerme, pero tengo que meterme muy encima, a sólo seis o siete metros, así que lo descarté. Escucho como se revuelcan incluso en el barro, de momento el aire lo noto fuerte en mi cara, perfecto. Uno comienza a subir y se mete en la charca a bañarse, ahora ya sí tengo claro que son dos, porque el ruido en el monte es de uno sólo. Entre la charca y yo, no hay más de ocho metros, empiezo a girarme muy, muy despacito, no quiero espantarlos, si me puedo girar y prepararme, quizás salga de la charca y pueda tirarlo. No me da tiempo, en un momento de la charca emerge un bulto negro, lo veo por el rabillo del ojo, no quiero mover ni una pestaña, casi no quiero respirar. Por un momento me da todo su costado, es bueno, y desaparece tras un matón. Tiene buen tamaño, aunque no sé si es macho o hembra. Ahora se reúne con el otro, cuando empiezan a bajar hacia la zona donde puedo tirar, cambia el aire, lo noto en la nuca, mierda!!!. Se paran, no soplan, ni gruñen, simplemente dejo de oírlos, aunque sé que ya han notado mi presencia. Como si de fantasmas se trataran, se desvanecen sin apenas hacer ruido en la oscuridad de la noche. Parece mentira que con lo sucio que está no los haya oído marcharse con lo cerca que estaban. De vez en cuando me llega el chasquido de alguna rama, siguen por la zona, quizás más tarde vuelvan a intentar entrar. Estoy ya cansado de los cambios de aire en esta zona, me está fastidiando cada noche que vengo, no se queda fijo ni al caer la noche, cambia sin ton ni son.
    Decido seguir y no quitarme, porque ha sido irse ellos y volver a quedarse el aire bien, parece mentira., en fin. Son cerca de las ocho y cuarto, que rabia, con lo rápido que podía haber ido todo. La noche va pasando sin más cambios, salvo algún leve ruido y las carrera de algún conejo en el camino. Sobre las nueve y cuarto, escucho como se quiebra una rama en el bosque, a mi derecha. Pasan unos minutos y nada, pero de repente lo escucho romper claramente en dirección a mí, éste si viene solo. El aire parece que viene bien, de su lado, rezo para que siga así. Está a unos quince metros, metido en la maleza, se para durante un rato, reinicia su paso, baja, ya está al nivel del tiradero, lo sé porque hay mucha hoja seca y lo escucho como anda por ella perfectamente. De repente parece que se va barranco abajo y dejo de oírlo, son momentos de angustia, que sólo al que le gusta esto, los entiende. Vuelve a subir y esta vez ya lo escucho comer tranquilamente. Levanto el rifle muy despacio, casi centímetro a centímetro, no quiero que se vaya. Miro por el visor pero como me temía por lo oscuro que está, no distingo ni siquiera un bulto, nada, todo está negro como la boca del lobo. Tendré que arriesgarme con la luz, doy un toque y suelto, no le alumbro directamente a él, por encima, deja de comer pero continúa al momento, buena señal. Meto la cara en el visor, esta vez si le voy a alumbrar, enciendo, está completamente de frente con la cabeza un poco a la derecha, levanta la cara hacia la luz y disparo, retumba el sonido en todo el barranco, luego silencio, sin quitar la cara del visor vuelvo a dar la luz, allí lo tengo, no ha dado ni un paso, por fin, ya era hora.Desmonto con cuidado el treestand y bajo a verlo, es bastante grande y aunque no tiene una boca exagerada, ya tengo para otra tablilla. 
Tiro de él, joder lo que pesa, está redondo como una pelota, lo arrastro hasta el principio del talud que se eleva hasta el camino, pero no voy a poder yo sólo, necesito ayuda. Llamo a Iñaki, mientras viene aprovecho para guardar las cosas. No tengo que esperar mucho a mi compañero, entre los dos la cosa cambia y aunque hacemos algún alto hasta llevarlo junto al camino, no tardamos en tenerlo ya en el coche. Quedo con él a las once en su casa porque  primero tiene que ir a recoger a sus hijas al pueblo y cenar
    Ahora queda arreglarlo y apañar la carne. Cuando me doy cuenta y me estoy acostando son cerca de las dos menos veinte y mañana toca levantarse temprano, que es jueves y voy con mi hermano al coto, que vicio....

    

    

domingo, 3 de noviembre de 2013

Viernes 1 Noviembre

    Hoy es el día de todos los santos, festivo, así que me he escapado un rato. Ayer fue una locura con los conejos. Así que hoy probaré con las perdices, en principio iba a venir para todo el día, ya que hoy ya se empieza a cazar el día completo, pero como mi amor tiene fiesta y vine ayer, tampoco es plan de abusar, seré bueno, así le doy una sorpresa.
    He entrado con intención de levantar el bando al que ayer le quité una, de camino he tirado un par de conejos pero los he fallado, uno por cerca y el otro por no verlo entre la hierba. Antes de llegar a donde estaban ayer, se han levantado tres, un pelín largas pero he probado, sin resultado. Una ha girado a la derecha y las otras dos a la izquierda. Me he ido a buscar la de la derecha pero nada, encima me he empezado a encontrar gente por todos lados, así que he pensado en cambiar de sitio. De camino al coche he ido buscando las dos que habían ido hacia la izquierda, las he levantado de un margen, quizás me podía haber quedado con una pero la he tirado con el sol de cara el primero y el segundo a la desesperada ya casi sin verla.
    He ido junto a donde paré ayer para hacer el sucio de los conejos, pero al otro lado de la carretera, buscando un poco los llanos por si las veía. Nada más entrar he visto un bando apeonando en un campo arado. Ahí es imposible que se aguanten y menos llegar a poder tirarlas, pero les he entrado muy a la derecha y las he hecho saltar al otro lado de la carretera. Han salido todas de golpe y el bando no se ha disgregado, volando en dirección a los olivos que hay antes del sucio. He cruzado la carretera y hacía allí me he dirigido, casi saliendo de los olivos he visto una apeonar hacia los bancales sucios, cunado empezaba a tirar detrás de ella, he visto el resto del bando un poco más abajo, así que me he abierto hacia la izquierda, e intentar que entren en el sucio, allí quizás se aguante alguna. He llevado a la Jara pegada a mí, no sea que se alargara un poco y las levantara. A unos veinte metros del sucio se han levantado, con el primero nada, con el segundo tumbo una y con el tercero otra entre los almendros, creo que las dos han caido muertas. La primera me la trae la Jara de seguida y la otra aunque ha caído en un pegote de zarzas la recupera tras un poco de angustia por no verla, ha salido todo perfecto. Hago el sucio y los olivos de más adelante, pero parece que los conejos aprendieron ayer la lección.
    Decido ir por el alto, buscando las otras que han volado, sino bajaré hasta las viñas, allí también suelen andar. Nada más coronar el alto, las escucho llamarse más abajo, me paro intentando localizarlas por el sonido. Me encamino hacia la charca, aunque allí este año hay un campo de maíz, como se metan ya me puedo despedir, pero hoy la cosa va de perdices y en la primera asomada que hago se levantan dos, una en dirección a la charca y la otra para atrás, me voy con la última y la tumbo al primero, cuando toca el suelo la Jara ya está llegando, ya tengo el cupo. Decido dar por finalizada la jornada, a las diez y veinte ya estoy en el coche, ahora para casa con mi niña, seguro que se pone contenta.

Jueves 31 Octubre

    Bueno, de nuevo camino del coto. Hoy viene con nosotros mi tío Manolo, ya no caza, pero le gusta mucho acompañarnos, siempre que viene me dice que me trae suerte, así que eso espero. Mi hermano viene malo, en realidad, bastante malo del estómago, tiene peor cara que los pollos del Carrefour, jijiji. Como viene durmiendo en el asiento de atrás, no le pregunto donde empezamos hoy, me dirijo derecho a la granja, creo que hay más conejo y podemos dar, con un poco de suerte, con las perdices.
    En mi ya habitual asomada a la zona de la valla, tiro el primer conejo, a pesar de revolcarlo llega a los agujeros. Vamos al primer cerro y la Jara levanta tres conejos, el primero no me da oportunidad y de  los otros dos no veo ni pelo, sólo escucho a la perra latirlos, pues no empezamos muy bien. Cruzamos a la otra banda, a los bancales, entro por el de abajo. La Jara saca uno que cruza un poco largo, tiro pero con el mismo resultado que el primero, revolcón y al agujero. Terminamos esa zona y me voy acercando a mi hermano, mi tío va con él. Hacemos un trozo de monte bajo y cuando estoy llegando al final, salta el conejo que venía escabulléndose de la Jara, éste lo toco de atrás y lo cobra la perrilla sin problemas, por fin, ya tengo el primero. A partir de aquí la caza ha cambiado radicalmente, nada más entrar en el siguiente margen, he mandado la perra abajo y al instante el conejo ha subido para arriba, lo he dejado frito. Sigo unos treinta metros, ya viendo a mi hermano y veo otro entre las hierbas, no lo puedo tirar y se marcha, pero al momento la Jara levanta otro entre mi hermano y yo, lo acabo cobrando con el primer disparo. Ellos siguen por arriba y yo me quedo terminando el filo de abajo, de donde la Jara vuelve a sacar otro y me quedo también con él, que locura. Vamos hacia el final del cerro, casi tocando la autovía, en la misma esquina, al pie de una torre eléctrica, veo a la Jara muy fuerte, veo el hueco entre el pegote de monte y el camino, me preparo y salta el conejo, a la mochila también, este ha sido bonito por lo rápido del tiro. En menos de diez minutos, llevo ya cinco conejos, la mochila ya pesa lo suyo. Mi tío me felicita y comentamos que buena es la Jara, de ella es un ochenta por ciento de la cacería, es una máquina.
Y para demostrarlo, cuando estamos cruzando unos márgenes para ir hacia el cerro grande, se marca una muestra de esas de libro, le digo a mi tío si quiere tirarlo él, pero me dice que no vaya a ser que falle, mi hermano se acerca con la Cata, pero el conejo salta antes, no tengo mucho terreno para dejarlo así que justo entrando en el margen de arriba me quedo con él, muy cerca, pero por suerte el tiro lo ha enganchado en la cabeza y se podrá aprovechar todo, que es importante, sabe muy mal estropear la caza. Mi tío no para de mirarme y reírse y es que es para no creérselo. 
    Antes de llegar al cerro grande, a nuestra derecha, de un campo arado, vemos volar un bando de perdices, son las de siempre, aunque hoy en vez de tirarse hacia el maíz parece que han cogido en dirección a un campo que está por frente nuestro, habrá que acercarse luego. Al pie del cerro, la Jara casi sin tiempo de ponerse de muestra levanta otro conejo, lo dejo un poco porque ha saltado a lo limpio y a la saca. Entro a media altura, está bastante sucio, la Jara por el bajo, desde mi posición veo uno que se escabulle entre las matas, pero me quedo también con él, madre mía que barbaridad. Mi hermano tira por encima mío, otro conejo pero cuando nos juntamos nos dice que se le ha colado en la boca, hoy está claro que no es su día, está peor del estómago. Le digo de intentar entrarle a las perdices que hemos visto volar, él se va por la izquierda y yo, con mi tío, por la derecha. Pasando el campo que vamos atravesando, el terreno se eleva y hay una buena asomada, si no están allí ya nos podemos olvidar, porque después es todo campo abierto. Como él se va asomar desde arriba, entro por la derecha pero pegado a la parte baja, en cuanto rodeo, la Jara se queda de muestra, le digo a mi tío que se pegue un poco a mí por si el conejo corre hacia atrás, que lo pueda tirar. Entra la Jara y salta el conejo hacia adelante, lo dejo y le suelto el primero, sin problemas lo cobra la Jara, sin tiempo se levantan las perdices, tumbo la que veo más clara y aún tiro otra entre los almendros. Corro hacia la perdiz, el conejo ya lo tiene la Jara, no la veo, mierda y eso que parecía haber caído seca. Mi hermano me grita que en lo limpio, pero allí no está, de repente la veo apeonando por los almendros, no me lo pienso, no vaya a perderla y le suelto dos taponazos, ahora sí es mía. Son las nueve y media y llevamos ya, nueve conejos y una perdiz, increíble. Limpio los conejos para aligerar algo la mochila y me dirijo hacia mi hermano, el pobre está fatal, así que no tiene ganas de mucho, estamos hablando cuando la Jara se queda de muestra, corro y a pesar de llegar a ella, cuando el conejo salta, ella se pone delante y no lo puedo tirar, bueno este para que criar. Al momento de separarnos mi hermano tira una perdiz, la veo planeando hacía atrás, luego me dice que no le ha salido mal, pero que no está hoy para cazar nada. Nos separamos ya en dirección al coche, él ya no quiere seguir cazando, vaya con la dichosa gastroenteritis, yo le digo que voy a rodear un poco y que no tardo. Casi llegando al coche, tiro otro par de conejos que subían huyendo de la Jara y mi tío que iban por debajo, pero estos ya saben latín y han pasado lejos. Al llegar al coche mi hermano ya está allí, ha matado un conejo y dice que no caza más, decido hacer un par de sucios que son buenos para los conejos y habrá que marcharse.
    Lo dejamos durmiendo y entramos en el sucio, al momento me doy cuenta que no se ven conejos, que raro. Seguro que ha pasado alguien, mis sospechas se confirman casi de inmediato al escuchar tirar a otro cazador por delante nuestra. Le digo a mi tío de terminar rápido el trozo y volver a cambiar de sitio. Casi al final la Jara levanta un conejo, lo veo pero muy retirado, ni lo tiro. Nos volvemos, adelantamos a otro cazador con un dratthar, nada más pasarlo, casi por encima del coche, la Jara confirma lo que vale y levanta otro después de una buena muestra, lo dejo correr un poco y a la mochila, ya van diez.
    Cambiamos de sitio, a donde voy no hemos estado todavía este año, a pesar de que nos gusta mucho. El primer trozo está bastante despejado, almendros y olivos, pero luego viene unos bancales abandonados que son bastante buenos para los conejos, aunque aquí es difícil tirarlos. Casi llegando ya veo uno correr, pero fuera de tiro, entramos, la Jara por debajo nuestra, veo un par más, pero no puedo tirarlos, al llegar al final le digo a mi tío que se espere. Bajo con la Jara para hacer el margen con el campo arado, al llegar ella entra por un bancal y yo por encima, no tarda en subir el conejo y éste sí lo puedo tirar, ya lo tiene la Jara. Subo y le digo a mi tío de hacer otros olivos que hay por delante nuestra.
    Los olivos, ha sido una locura, es un trozo muy pequeño pero que siempre tiene algún conejo fuera, aunque hoy parecía que estaban todos fuera, he tirado por lo menos siete u ocho veces, algunos al tum tum, entre la hierba, pero es que la perra se ha vuelto loca y sacaba conejos todos sitios, al final me he quedado con tres y uno que entraba herido al agujero y se le ha escapado a la Jara de la boca, mala suerte.
    Ya voy otra vez cargado y esta vez me he dejado la mochila en el coche, no esperaba tanto movimiento. Haciendo la linde del coto se han levantado las perdices, un buen bando y cerca, pero mientras que mi tío las ha visto perfectamente, a mi me ha tapado completamente la visión, los árboles. He puesto dirección al coche, para no alargar mucho la vuelta. He tirado una torcaz bastante larga, pero por probar, dice mi tío que a él le ha pasado por encima, ya se sabe que estas cosas pasan cuando uno no lleva escopeta. Me he acercado yo sólo a un trozo de monte bajo y allí con la ayuda como no de mi Jara he cobrado otro conejo. Le he dicho a mi tío que ya íbamos para el coche, aunque como me pilla de paso le daré otra vuelta al trozo de los bancales. Hemos empezado a dirigirnos hacia allí por un margen entre dos campos, a la izquierda olivos y a la derecha almendros. La Jara iba andando a su aire, cunado de repente se ha parado, otra muestra, esta vez no ha tardado en salir el conejo corriendo, aunque hacia el lado equivocado, otro más. Seguimos y a unos cincuenta metros, la Jara pega un apretón, ha saltado el conejo antes de pararlo, pero éste también se equivoca y sale a los almendros, lo dejo un poco y le suelto el primero que lo pilla de pleno, me giro y miro a mi tío, creo que está como yo, es que es para no creérselo.
    Llego al sucio, y está claro que cuando uno está de suerte, todo sale bien. Ha sido entrar la Jara, adelantarme buscando el trozo donde tengo visibilidad y tirar dos conejos, y me he quedado con los dos. He llamado a la Jara y no he terminado de hacer el sucio entero, ya está bien, cuando mi tío me ha visto aparecer con dos más, se reía. De ahí al coche, sin más que contar.
    En el coche estaba mi hermano durmiendo, vaya faena le ha gastado hoy la barriga, en fin. Le hago unas fotos a mi tío con la Jara y es que la percha las merece, diecinueve conejos más la perdiz y son las doce de la mañana.